Título original Monkey Business Año 1931 Duración 77 min. País Estados Unidos Director Norman Z. McLeod Guión SJ Perelman & Will B. Johnstone Música John Leipold Fotografía Arthur Todd (B&W) Reparto The Marx Brothers (spanish: Los Hermanos Marx), Groucho Marx, Harpo Marx,Chico Marx, Zeppo Marx, Thelma Todd, Ruth Hall, Harry Woods, Rockcliffe Fellowes, Tom Kennedy, Evelyn Pierce Productora Universal Género Comedia
Sinopsis Mientras se ocultan de las autoridades en un lujoso trasantlántico, los hermanos Marx se convierten en guardaespaldas de dos gángsteres rivales y, como siempre, provocan situaciones caóticas y delirantes.
Comentario
Tercera, enloquecida y genial producción protagonizada por los irrepetibles Hermanos Marx, si obvio el debut oficial doce años antes, en 1921, en pleno período mudo, con HUMOR RISK, obra exhibida en una ocasión en un pase privado y del que tan sólo se conservan en la actualidad unos pocos fragmentos.
Aquí todavía figura entre sus componentes el cuarto y más insípido de los Brothers, Zeppo, del cual se decía que era uno de los más divertidos en la vida real, pues Gummo, el quinto, tuvo una aparición tan fugaz como un cometa en lo referido a su trayectoria exclusivamente cinematográfica.
Este trabajo, conocido también como POLIZONES Y POLIZONTES, titulado en el original MONKEY BUSINESS (algo así como JUEGO SUCIO en su traducción literal), gozó de la batuta de un excelente director, Norman Z. McLeod, que no figura en letras de molde en la historia del género, el de la comedia claro, pero que fue uno de sus máximos artífices y especialistas durante las décadas de los 30 y 40.
Fue el responsable de la primera y entrañable versión de LA VIDA SECRETA DE WALTER MITTY, de reciente –hace poco más de año y medio- y lustroso objeto de “remake”, protagonizada aquélla por un adorablemente bufonesco Danny Kaye.
Conseguiría perfectamente adaptarse al estilo subversivo de los geniales comediantes, de hecho acabaron haciendo muy buenas migas en lo personal y se ajustó como un guante a una ya perfilada estructura narrativa, en la que los “gags” se multiplican a la velocidad del rayo, entremezclado ello con números musicales propios del “music hall”, mundo del que procedían todos ellos… aunque en esta ocasión hay que matizar que no son tan abusivos, se limitan tan solo a dos, a cargo de Harpo y su arpa y Chico y su piano… llegando a sonar inclusive el O SOLE MIO.
Lo de menos, en cualquier caso, eran unas tramas en el sentido estricto del término, pese a sus acotaciones sentimentales y a una historieta base convencional, lo importante eran las pullas continuas, el vitriolo con clase, las irreverencias más surrealistas pero con sentido, la más arrasadora e ingeniosa incontinencia verbal o el “slapstick” más genuino. Aún así, parte de salida de un buen, ágil y muy ocurrente guión, de hecho es el primero que cabe considerar como tal en su trayectoria, en el que machismo y violencia doméstica son sutilmente denunciadas –en aquél momento no había una consciencia reivindicativa al respecto- eran “expuestas” en un tiempo en el que hacerlo resultaba un tanto insólito.
Todavía en estos comienzos de su carrera, adscritos a Paramount, gozaban de una libertad para expresarse demoledoramente que con el paso del tiempo intentaría –la mayoría de las veces inútilmente en su totalidad- ser domesticada por algún productor pacato… por utilizar un término suave.
Entre algunos de sus momentos gloriosos figuran el del camarote del gángster, Harpo volviendo a perseguir chicas a bocinazos, el de los guiñoles, Chico y Harpo haciéndose los duros o el numerito de la aduana a propósito de Maurice Chevalier y su pasaporte.
Y a falta de la casi imprescindible Margaret Dumont, la mujer que pone en jaque a Groucho es en esta ocasión es la vampiresa, perversilla y de lo más seductora Thelma Todd, una malograda rubia platino de considerables quilates.
Otro maravilloso disparate de esta bendita familia de artistas. No olviden que la contemplan ni más ni menos que la friolera de 84 años, pues su gestación se ubica en los comienzos del sonoro.
José Luis Vázquez