Título original: Johnny Belinda
Año: 1948 Duración: 103 min
País: Estados Unidos
Director: Jean Negulesco
Guión: Allen Vincent, Irmgard von Cube (Teatro: Elmer Harris)
Música: Max Steiner
Fotografía: Ted McCord (B&W)
Reparto:Jane Wyman, Lew Ayres, Charles Bickford, Agnes Moorehead, Stephen McNally,Jan Sterling, Rosalind Ivan, Dan Seymour, Mabel Paige, Ida Moore
Productora: Warner Bros. Pictures
Género:Drama | Discapacidad. Discapac
Sinopsis
La vida es dura en la granja de Mac Donald en Nueva Escocia y todavía resulta más difícil para Belinda, una joven sorda cuya desgracia se confunde con discapacidad mental. El nuevo médico de la ciudad muestra interés en ayudarla a salir de su silenciosa cárcel.
Comentario
Absorbente, cautivador melodrama en estado puro, de enorme popularidad en su momento y cuyo rescate pudo suponer una gratísima sorpresa para muchos.
Hollywood, o mejor aún, el cine norteamericano de cualquier época o lugar, siempre preocupado por todos los grupos humanos, repararía en esta ocasión, pese a las trabas iniciales de los ejecutivos y productores de la Warner, en el mundo de los sordomudos, colectivo considerado o confundido erróneamente –la ignorancia y prejuicios del momento- asociado a discapacidad mental.
Esta película supuso un antes y un después al disipar velos y conceptos equivocados. Es lo bueno que tiene el cine, nos puede “concienciar” o alertar sobre lo errados o lo burros que hemos sido la especie en tantas ocasiones. Algo parecido dije en su momento a propósito de LA CHICA DANESA y la transexualidad.
El caso es que esta producción resultó pionera a la hora de mostrar el lenguaje de los signos (la primera vez en que la protagonista se comunica así resulta especialmente emocionante) y la lectura labial con la que se comunican quienes se ven afectados.
Para transmitir todo esto y muchas sensaciones más, por ejemplo una hermosísima y delicada historia de amor o un estudio sobre la dignidad, nada mejor que embutirlo en una funda adecuada. En este caso la conferida por el excelente y pictórico –también decorador director de origen rumano –Craiova-, afincado toda su carrera en Hollywood (en los últimos años de su vida residió en Marbella, falleció allí en 1993, a la venerable edad de 93 años), Jean Negulesco (CREEMOS EN EL AMOR, CÓMO CASARTE CON UN MILLONARIO), resultó exquisita, inmejorable. La dotó de una atmósfera, unas texturas, utilizando además magistralmente la profundidad de campo.
Está insertada entre otro memorable trabajo suyo y uno desconocido pero que presenta un enorme atractivo, el noir EL PARADOR DEL CAMINO con la bellísima Ida Lupino y el drama victoriano BRITANNIA MEWS.
Max Steiner volvería a crear una partitura y algunos momentos sinfónicos de extrema belleza y expresividad. Por ejemplo, aquél en el que utiliza el violín al rechazar la protagonista una copa de brandy.
También la excelente fotografía de Ted McCord contribuye lo suyo a la creación de un clima y una atmósfera especial que describe una pequeña comunidad de pescadores de Nueva Escocia. Otro de los múltiples aciertos que podrán advertir.
Pero lo más importante, desde el inicio, para mí al menos, es que consigue adherirme a su causa mediante maneras legítimamente sentimentales, trenzado lo expuesto a base de paciencia y pequeños momentos de intensa emotividad.
Es una verdadera delicia asistir a la composición que lleva a cabo de la citada Belinda, la excelente actriz Jane Wyman, premiada con un más que merecido Oscar. Once nominaciones más la avalan, entre ellas las más importantes: película, guión, director, actor… Sí obtendría el Globo de Oro en el apartado dramático y de nuevo a la mejor actriz.
Aparte de Wyman, exquisita como esa mujer de apariencia bondadosa, inocente y frágil… pero generosa, resistente y dura en el fondo, el cuarteto principal que la acompaña constituye un póker en toda regla. Lew Ayres dando vida a ese paciente doctor, todo humanidad (algo que se exuda en cada esquina de tan estéticos fotogramas), está inmenso. Pero no le van a la zaga Charles Bickford, Agnes Moorehead (como, respectivamente, el padre y la tía) y Stephen McNally como el miserable de tan edificante historia. De propina, Jan Sterling, toda una presencia en EL GRAN CARNAVAL de Billy Wilder.
En 1967 Mia Farrow encabezó una adaptación para televisión que desconozco. No eclipsó el recuerdo aunque ya lejano de este modélico melodrama filmado en la alargada edad dorada del mejor cine americano.
De visión obligada.
José Luis Vázquez