Título original: The Diary of Anne Frank
Año:1959
Duración: 170 min.
País: Estados Unidos
Director: George Stevens
Guión: Frances Goodrich & Albert Hackett (Biografía: Anne Frank)
Música: Alfred Newman
Fotografía: William C. Mellor & Jack Cardiff (B&W)
Reparto: Millie Perkins, Joseph Schildkraut, Shelley Winters, Richard Beymer, Gusti Huber,Lou Jacobi, Diane Baker, Douglas Spencer, Dodie Heath, Ed Wynn
Productora: 20th Century Fox
Género: Drama | II Guerra Mundial. Holocausto. Biográfico. Nazismo
Sinopsis
Amsterdam, julio de 1942. Con objeto de escapar de la Gestapo, la familia Frank se esconde en la buhardilla del señor Krater. Allí convivirán con otro grupo de judíos: la familia Van Daan. Todo quedará reflejado en el diario de la pequeña hija de los Frank. (FILMAFFINITY)
Comentario
Me sobrecoge, casi desde el primer minuto, esta poderosa, extraordinaria adaptación cinematográfica del célebre diario/novela, llevada a cabo quince años después de su publicación.
Palpo la angustia y los anhelos de libertad de esa vivaz, inteligente, sensible adolescente de trece años, condenada a vivir recluida en dos habitaciones de un ático camuflado tras una pared, en plena ocupación nazi de Amsterdam. Rodeada de su padre, de seres queridos, de algunos amigos. Un grupo de personas viviendo en un palmo de espacio durante más de dos años.
Curiosamente, sin dejar de ser claustrofóbica, creo que no lo es tanto cómo podría haberse previsto inicialmente. Y ello gracias a una ágil dirección de George Stevens, que por momentos consigue que nos olvidemos que nos encontramos en un lugar reducido. Stevens es uno de los grandes cineastas de la edad de oro del cine americano, gracias a títulos portentosos como GUNGA DIN, SERENATA NOSTÁLGICA, LA MUJER DEL AÑO, UN LUGAR EN EL SOL, RAÍCES PROFUNDAS o GIGANTE, a los que uniría éste sin posible parpadeo alguno.
Creo que es un momento inmejorable para su reposición, para volver a visionarla… dado los tiempos tan convulsos que vivimos y por tener la oportunidad de hacerle toda la justicia que a lo mejor comercialmente no se le hizo en su momento. Sí, en cambio, se reconocieron sus méritos por parte de la Academia hollywoodiense, siendo nominada a ocho estatuillas (entre ellas la de mejor película y director) y obteniendo tres, mejor actriz secundaria (Shelley Winters, como la señora Van Daan), fotografía (de William C. Mellor, un trabajo repleto de intensidad y de brillantes contrastes) y dirección artística, verdaderamente primorosa en la meticulosa reconstrucción de sus escenarios reales. En cuanto a sus escasos exteriores, fueron filmados por Stevens en la propia capital holandesa… para así conferirle una mayor verosimilitud.
Insisto, no es nada teatral pese a transcurrir la mayor parte de sus 170 minutos en dos únicos decorados. Pese a ello no deja de resultarme apasionante en todo momento, dramática en el mejor sentido del término. No concede respiro en cuanto a febrilidad emocional, ahondando en lo más profundo de nosotros mismos.
Desarma por su sencilla maestría. Y por su capacidad de aunar, de combinar diferentes sentimientos, desde el suspense o la intriga, hasta la emoción y la reflexión. A propósito de esto último, gira sobre la propia condición, sobre nuestros más íntimos sentimientos, la familia, el amor, la capacidad de que no nos venza el rencor, la fraternidad. El conmovedor guión de Frances Goodrich y Albert Hackett está basado en su propia obra llevada a los escenarios y ganadora del Pulitzer en 1959.
Recabando información de diferentes medios, confirmo que el padre de la protagonista, Otto Frank, escribió a Audrey Hepburn preguntándole si le gustaría interpretar el papel de su hija Anna. Ambas guardaban un notable parecido físico y habían vivido “parecidas” experiencias de guerra. La protagonista de VACACIONES EN ROMA agradeció que hubiera pensado en ella, pero rechazó la proposición alegando sentirse mayor para el personaje y admitir carecer de habilidades para representarlo. También se le ofreció a una emergente Natalie Wood. Finalmente fue a parar a una prácticamente desconocida Millie Perkins. Tan solo me cabe decir que lo bordó, potenciado por una maravillosa y perfectamente utilizada voz en off.
Su final no es nada consolador pero, paradójicamente, resulta esperanzador. Había otro previsto, con el campo de concentración de Auschwitz como telón de fondo, pero se acabó desechando por excesivamente duro. Hubiera dado igual, me parece un clásico incontestable que creo que puede brillar más refulgente que nunca a la luz de este nuevo –o no tanto- tiempo.
José Luis Vázquez