Título original Hatari! Año 1962 Duración 159 min. País Estados Unidos Director Howard Hawks Guión Leigh Brackett Música Henry Mancini Fotografía Russell Harlan Reparto John Wayne, Hardy Kruger, Elsa Martinelli, Bruce Cabot, Red Buttons Productora Paramount Pictures Género Aventuras | África. Caza
Sinopsis Sean Mercer, un cazador que recorre el mundo capturando animales para venderlos a los zoos, reúne un grupo de cazadores en las llanuras de Tanganika, para cazar cebras y jirafas. La aparición de una fotógrafa, que pide unirse al grupo, modificará las relaciones y provocará tensiones dentro del equipo.
Comentario
Es la quintaesencia de la aventura, del riesgo más real y bipolar, tanto sentimental como físico. En swahili HATARI! es una aliteración que indica, que quiere decir peligro. Toda una declaración de principios.
Resulta muy difícil que alguien que la descubra por primera vez, más si se es niño, no se deje arrullar por sus trepidantes, sus luminosas, sus vibrantes, sus divertidas imágenes.
Constituye otro de esos muchos filmes que contribuyeron a mi fundamental formación sentimental, a que amara definitivamente el cine. La obra crepuscular y casi testamentaria de un cineasta excepcional, Howard Hawks, un profesional en toda regla, tanto del celuloide como de la vida. El tipo que hizo la imponente RÍO BRAVO como réplica a la maravillosa SOLO ANTE EL PELIGRO, porque no le parecía bien que un sheriff suplicara ayuda.
Me la sé de pe a pa. Es una sucesión, toda una catarata de imágenes que generan o despliegan indistintamente felicidad, alegría, ritmo, diversión, humor, belleza y el placer de contar inmejorablemente las cosas de la vida en la sabana africana y con aventureros por doquier. Desde esa impresionante cacería de rinocerontes hasta la captura con red de pequeños y gritones monos, o el encantador desfile que componen unos pequeños elefantitos a ritmo marchoso de la música del genial Mancini, todo en ella es primoroso y cautivador. Puro placer se mire por donde se mire.
Aludiendo a su apartado interpretativo, me gustaría detenerme un poco en él mismo para hacer una precisión si realmente fuera menester, que no lo creo pero me apetece la perorata y esta película me proporciona una magnífica ocasión.
Me preguntan montones de veces por qué desde tiempo inmemorial, desde que lo descubrí con 14 años en CENTAUROS DEL DESIERTO, EL HOMBRE TRANQUILO, la citada RÍO BRAVO o EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE, considero a John Wayne mi actor favorito de siempre, de todos los tiempos. Pues aquí tienen otro motivo. Comprueben y deléitense lo gracioso, lo relajado que se muestra, sus contundentes réplicas, su manera de andar, de desplazarse por el plano. Es el actor de cine por excelencia, pura fisicidad hecha hombre grandullón.
Un tipo capaz de transmitir una verdad, una sinceridad, una autenticidad que ni todas las interpretaciones “stanilivskianas” ni el cine de tanto intelectualoide junto se le podría aproximar jamás. Y ahora que me digan carca… que van aviados. Y que se le juzgue por su supuesta ideología que ni me importa, ni como decía un colega recientemente, me la creo del todo, me parece una completa majadería. Ello sin dejar de hacer gala siempre de un pro (norte)americanismo por mi parte perfectamente entendible, hasta compartible. Pero eso, como diría el camarero Moustache de IRMA LA DULCE, es otra historia.
Para mayor gloria, le secunda una pléyade de secundarios portentosa. Desde el pelirrojo Red Buttons hasta el inevitable alemán Hardy Kruger, pasando por Bruce Cabot, los franceses Gérard Blain y la muy atractiva Michèle Girardon o el mejicano Valentín de Vargas. Toda una ONU interpretativa.
Y la chica, menuda chica, es la italiana Elsa Martinelli exportada al cine americano. Qué hechuras, qué tipín, qué presencia. Digna mujer hawksiana, dura, inteligente, de las que no se achantan jamás, decidida.
Un verdadero disfrute en toda regla. Inapelable obra maestra.
José Luis Vázquez