Título original: The Barefoot Contessa
Año: 1954 Duración: 128 min.
País: Estados Unidos
Director: Joseph L. Mankiewicz Guión: MJoseph L. Mankiewicz
Música: Mario Nascimbene
Fotografía: Jack Cardiff
Reparto:Humphrey Bogart, Ava Gardner, Edmond O’Brien, Marius Goring, Valentina Cortese,Rossano Brazzi, Elizabeth Sellars, Warren Stevens, Franco Interlenghi, Mari Aldon,Bessie Love
Productora: United Artists
Género:Drama | Cine dentro del cine
Sinopsis
Tres cineastas estadounidenses descubren a una extraordinaria bailarina llamada María Vargas. Sin perder ni un minuto, se trasladan a Hollywood y lanzan a la desconocida al estrellato. Kirk, el productor de sus películas, corteja en vano a María. Ella, para humillarle, accede a acompañar al multimillonario Bravano en un crucero por la Riviera.
Comentario
Si apelo a eso tan escurridizo y evitado por mí, aplicado en este caso a las películas, llamado objetividad, tal vez tenga que reconocer que LA CONDESA DESCALZA (THE BAREFOOT CONTESSA) constituye para bastantes una de las obras “menores” o más irregulares de su habitualmente indiscutible y genial –utilizo con mucha alegría este calificativo, pero pocas más apropiado y mejor empleado que en esta ocasión- director, Joseph L. Mankiewicz (responsable de esa refinada cima del romanticismo que es EL FANTASMA Y LA SEÑORA MUIR).
Después de varias revisiones en diferentes etapas de mi vida y apelando a la para mí fundamental subjetividad artística, no solo no participo de esas objetividades sino que cada vez me gusta más. Supongo que las razones las encuentro en muchos y diversos motivos. Y aunque no las encontrara, supongo que me daría igual.
En primer lugar, por la deslumbrante y permanente aparición del con toda justicia considerado en su momento “animal más bello del mundo”, Ava Lavinia Gardner, o lo que es lo mismo retirando una parte del nombre compuesto, Ava Gardner. Siempre estuvo hermosa y rutilante en pantalla, pero aquí se rompe en ambos aspectos, sale tremenda, fascinante, volcánica. Dicen las malas y menos malas lenguas que su autor se inspiró para crear su personaje en buena parte, en lo que conlleva su esencia y no tanto en los hechos concretos, de la propia y frustrada historia real de Rita Hayworth. No me he molestado en contrastarlo.
Lo que sí tengo en cambio claro es que si tuviera que elegir una sola secuencia, y tiene a borbotones, no dudaría en destacar la del baile de enorme sensualidad que se marca la diosa en un campamento gitano.
También está otro mito interpretativo que aquí también se sale ofreciendo otro registro, o mejor dicho, entremezclándolo. Me refiero al eterno Humphrey Bogart. El habitualmente irónico, cínico que solía gastar, se encuentra en esta ocasión bañado por una inusual capa de ternura, que confieren a su personaje una especial hondura dramática. Al fin y al cabo esta es una oda a la amistad, aparte de serlo igualmente al desarraigo, a la soledad, la falta de escrúpulos del Hollywood más tiránico, al éxito, a la infelicidad, los sueños truncados. No se olvide que de alguna manera supone una variación del cuento de una Cenicienta… descalza, sin zapatos desde el mismo inicio de su vida.
No se relegue tampoco que salen el elegante y cuasi apolíneo Rossano Brazzi, Warren Stevens, el premiado Edmond O´Brien, Elizabeth Sellars, Marius Goring…
Empapados todos ellos en una preciosa banda sonora, al menos en lo referido a su “leiv motiv” principal, que acaba de otorgarle ese punto de distinción. Su responsable, Mario Nascimbene. Esta fue una producción en la que argumento, técnicos y actores italianos tienen que decir algo.
Otro factor fundamental de su perfecto acabado es un guión trufado de ironía, poesía, sensibilidad, demolición dramática, firmado por el propio cineasta, uno de los monarcas en este apartado de toda la historia del cine, así inició durante años sus pasos profesionales al comienzo del sonoro. Salpicado por unos diálogos mordaces, incisivos, ingeniosos, brillantes. Un libreto que bien podría suponer al mundo del cine –no estrictamente al hecho de rodar películas- lo mismo que al del teatro su referencial y multi oscarizada EVA AL DESNUDO.
La puesta en escena, algo que solía ser típico en él (la rodó entre otras dos obras maestras suyas, la modélica adaptación shakesperiana JULIO CÉSAR y el refulgente, vitalista y atípico musical ELLOS Y ELLAS), vuelve a alternar con sabiduría lo teatral y cinematográfico. Es precisa, estética y quirúrgica. Y está rociada de un tratamiento visual, algo en el debe de Jack Cardiff, que provoca la misma atracción succionadora que la provocada por la araña cuando arrastra a la mosca a su tela. El uso de la voz en off o los flash-backs adquieren una importancia relevante, al ser utilizados con enorme destreza.
Este cineasta crucial en el Hollywood de los 40 hasta comienzos de los 70, tan solo dirigiría 21 largometrajes, 12 de los cuales obtendrían como mínimo una o más nominaciones al Oscar (éste en concreto tuvo dos, consiguiéndolo finalmente O´Brien como mejor secundario en el papel del relaciones públicas Oscar Mulldon). Este, además, fue el primero en el que utilizaría –exquisitamente- el color.
La historia aquí contada es la de la infausta y desead María Vargas, una bailarina española descubierta en un tablao madrileño por profesionales del cine norteamericanos codiciosos, sin escrúpulos o, simplemente, de vuelta de casi todo. Respecto a este entorno autóctono, destacar que los tijeretazos de Madame Censura se encargarían de obviar una frase que alude a los bombardeos madrileños durante la Guerra Civil o una propuesta de adulterio por parte de la protagonista.
Tan solo ya su comienzo, pues su argumento cobija una buena porción de misterio acerca de la verdadera identidad de la susodicha, al estilo de un CIUDADANO KANE, genera expectativas que no solo no sufren merma sino que en momento alguno se ven defraudadas, más bien lo contrario.
Vuelvo al inicio de esta reseña. Alguno de los reproches sufridos por esta película que siempre me ha parecido apasionante, es el de su verosimilitud. Que si Gardner no da el tipo racial spanish, que si su familia habla en inglés, que si el tramo final es un tanto retorcido, que si… Saben qué les digo, que me da igual, me la creo de arriba abajo y su efecto embrujador lleva durándome cuatro décadas. Y otras tantas espero sentirme embelesado cada vez que esa venus que rasgó las pantallas del cine en épocas pretéritas y doradas, pasea su impresionante figura, su bello rostro, su aplomo profesional y su ardiente feminidad.
Como colofón, viene a cuento que ni pintada una reflexión debida a Carlos Losada:” La vida se va estropeando a sí misma, a quienes la viven; y como consecuencia hay que refugiarse en el arte para así no intentar morir del todo”.
Frases:
“Necesito que me amen cuando tengo miedo” (Ava Gardner)
“No había dinero para comprarme zapatos” (Ava Gardner)
“Lo que ha de ser, será” (lema de la familia aristocrática Torlato-Faurini)
José Luis Vázquez