Título original: Cat People
Año: 1942
Duración: 73 min.
País: Estados Unidos
Director: Jacques Tourneur
Guión: DeWitt Bodeen
Música: Roy Webb
Fotografía: Nicholas Musuraca (B&W)
Reparto: Simone Simon, Kent Smith, Tom Conway, Jane Randolph, Jack Holt, Alan Napier,Elizabeth Dunne, Mary Halsey
Productora: RKO Radio Pictures
Género: Terror. Intriga. Thriller | Serie B. Celos. Drama psicológico
Sinopsis
Oliver conoce a Irena durante una visita al zoo. Se enamoran y acaban contrayendo matrimonio. Durante el convite, una misteriosa mujer aparece y afirma ser pariente de Irena. Ella comienza desde entonces a comportarse de manera extraña. Por ello, Oliver busca la ayuda de un psiquiatra. Al mismo tiempo, confía sus temores a su amiga Alice. Los celos de Irena complicarán aún más la situación. (FILMAFFINITY)
Comentario
Publicitada con un eslogan de lo más contundente y atrayente, “Bésame y morirás de un zarpazo”, es un perfecto exponente del mejor cine de serie B, apartado terrorífico, fabricado profusamente y brillantemente en el cine norteamericano de los 40.
Un productor inquieto e imaginativo, Val Lewton, a quién de manera más o menos encubierta encarnara el Kirk Douglas de la magistral CAUTIVOS DEL MAL, sería el principal responsable del auge de todo esto en la RKO, como respuesta al catálogo de entes de todo tipo, desde el hombre lobo al mismísimo conde Drácula, pasando por la momia u otros primos hermanos, con el que la Universal estaba reinando a sus anchas desde comienzos de los 30.
Y aunque inicialmente no había demasiada fe en el proyecto, el resultado no pudo ser más satisfactorio. Rodeándose de profesionales tan imaginativos como el director Jacques Tourneur y el guionista De Witt Bodeen, crearon un personaje que pasaría inmediatamente a figurar en el catálogo del género.
El tipo de terror que acabó siendo santo y seña era más psicológico que físico, más perturbador que repugnante, más sugerente que explícito, más pictórico que aparatoso. Se solía caracterizar, e insisto este es uno de sus exponentes máximos, por sus modélicas duración y exposición narrativa. Por mostrar el horror surgiendo de la cotidianidad. Y la lectura psicoanalítica que pueden perfectamente advertir se encuentra –rara excepción en ese momento- más cerca de Jung que de Freud.
Este cine de raigambre expresionista, en el que el sonido o las luces y sombras eran utilizados con enorme brillantez para camuflar sus exiguos presupuestos, creó verdaderamente escuela. Esta película en concreto fue un éxito que rebasaría las previsiones más optimistas. De hecho, cuando los mandamases del estudio vieron el montaje final, acabaron farfullando al no encontrar uno solo de esos monstruos que habían hecho el prestigio de la compañía rival. Evidentemente, se precipitaron.
Como comprenderán, que no aparecieran estos no constituyó ningún obstáculo sino más bien lo contrario, resultó relativamente hasta innovador. Lo importante es el puñado de grandes momentos regalados, como el ataque nocturno de Irena a Alice en un parque o la persecución que sufre la segunda por parte de la primera hasta una piscina.
Otro factor fundamental lo constituyó la acertadísima elección de su protagonista, una actriz francesa de paso por Hollywood llamada Simone Simon, de presencia y rasgos que casan a las mil maravillas con el perfil del personaje principal. Ya lo había proclamado el gran Jean Renoir. “Es la presencia más felina en pantalla”.
Llegado este momento, es de absoluta justicia que les indique que para elaborar esta reseña, en un elevado porcentaje he tenido muy en cuenta la escrita en su momento por mi colega Nuria Vidal y recopilada en el magnífico DICCIONARIO DE PELÍCULAS DEL CINE NORTEAMERICANO.
La propia firmante cuenta una anécdota muy sabrosa acerca de lo que nos sería privado a propósito de esta maravilla… y les aseguro que es para poner los dientes muy largos. Transcribo textualmente: “Una secuencia que, según dicen los papeles, era una de las más oníricas de toda la historia. Se trataba de la reunión de las mujeres pantera en una sala de antigüedades egipcias en un museo arqueológico. Envueltas en negros abrigos, silenciosas mujeres panteras deambulan entre los dioses antropomórficos bañados por el claro de la luna.
Casi cuarenta años después, el calvinista Paul Schrader (AMERICAN GIGOLO, EL PLACER DE LOS EXTRAÑOS, AFLICCIÓN) llevó a cabo un libre “remake”, fiel en lo sustancial de su argumento, que fue recibido un tanto de uñas. Cierto que el interés de su máximo responsable fue elaborar ante todo una fábula moral, pero no menos cierto para quien esto escribe que consiguió un trabajo bastante interesante y atractivo. Su protagonista, Nastassia Kinski, presentaba también un aspecto acorde a su personaje y una adecuada femineidad.
Obra maestra. Fundamental en la evolución del género. Y todo comprimido en tan solo 70 minutos. Para que aprendan tanto aprendiz que se cree algo más y que necesitan –innecesariamente, no siempre claro- el triple de minutaje para no contar nada, o hacerlo de manera absolutamente fofa.
José Luis Vázquez