Título original: Sabrina
Año:1954
Duración: 113 min.
País: Estados Unidos
Director: Billy Wilder
Guión: Billy Wilder, Ernest Lehman (Obra: Samuel A. Taylor)
Música: Friedrich Hollaender
Fotografía: Charles Lang (B&W)
Reparto: Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, William Holden, Walter Hampden, John Williams, Martha Hyer, Joan Vohs, Marcel Dalio, Marcel Hillaire, Nella Walker,Francis X. Bushman, Ellen Corby
Productora: Paramount Pictures
Género: Romance. Comedia | Comedia romántica. Comedia sofisticada
Sinopsis
La joven Sabrina, hija del chofer británico de los poderosos Larrabee, está enamorada del hijo menor de la familia, que coquetea con ella por puro entretenimiento. El padre la envía a Paris, de donde vuelve convertida en una mujer elegante y seductora que trastorna a los dos hermanos Larrabee, tanto al frívolo David como al hermético y adusto Linus. (FILMAFFINITY).
Comentario
¿Se puede describir el tránsito de la adolescencia a mujer mejor de los que se hace en SABRINA y con intérprete más adecuada? Creo muy convencido… que difícilmente son superables ambas cuestiones, sobre todo en la actualidad.
Billy Wilder, el genial, único e irrepetible cineasta fue el mago responsable y Audrey Hepburn su inmejorable carcasa, su “bewitched” para llevarlo a cabo. Una Audrey que también aquí se llevaría un chasco en la vida, más bien en los vaivenes del “cuoreÇ”, pero a cambio nos acabaría alegrando a los feúchos y bajitos. Pretende alcanzar la luna casándose con el apuesto William Holden, pero el “glamour” da paso a otros méritos más profundos, al otro hermano, al más aparentemente gris y mucho menos atractivo. A cambio ofreciéndole éste más seguridad, fiabilidad y certeza. Aunque para ello se tenga que dar cuenta, dolorosamente, que a veces lo bello resulta aún más imperfecto, falso o simplemente humano. Y que esas personas en las que a veces no reparamos a primera vista acaban resultando más auténticas, las que verdaderamente nos pueden querer.
Al igual que en VACACIONES EN ROMA, es también a partir de un corte de pelo, en este caso en París, cuando su vida sufre un terremoto, toda una transformación, esa a la que me refería al inicio. Es la hija del chófer de los señores Larrabee, una Cenicienta ensoñadora y melancólica a la cual un viejo y simpático chef francés, espeta una aguda disertación sobre el amor, más o menos viene a decir “cuando a una mujer se le olvida retirar el soufflé del fuego es que está locamente enamorada”.
La salpican continuas escenas, de secuencias arrebatadoras. Pero hay una que se me ha fijado para siempre en la memoria, de la que no consigo ni deseo apartarla, y que de hecho constituye santo y seña de la misma. Es aquélla en que una Sabrina/Audrey todavía juvenil y alejada de cualquier veleidad de sofisticación –la propia y limitada de la edad- contempla subida a un árbol la fiesta de los jefes de su prócer, anhelando algún día cruzar también ella el umbral.
Es tan tan tan bonita, tan disfrutable, tan embelesadora que la emitan cuándo o dónde la emitan es imposible sustraerse a su permanente enganche, a su perenne encanto. Su director vuelve a ser un destripador de la condición humana. Y esa falsa máscara de ironía tras la que se refugió a través de su obra y parece ser que en vida, era eso, una máscara que camuflaba al impenitente y lúcido romántico que siempre fue.
Pero no un romántico de desaliño, de brocha gorda o empalago. No, jamás, eso nunca. Lo era de los que no pierden de vista la realidad, ni nuestras mezquindades, egoísmos, intereses o cuestiones de otra índole.
También era un penetrante “diseccionador” de clases sociales y de peones pululantes con encorsetados roles, como vuelve a ser esta una buena prueba. Igualmente lo es de adorables criaturas que con su pureza de sentimientos hacen bajar la guardia al más pintado.
Treinta años después el gran Sydney Pollack llevó a cabo un “remake” que considero no estaba pero que nada mal, muy respetable. Carecía del aura de su antecesora pero mostraba otros aciertos. Sería interpretado por una –en ese momento- descollante Julia Ormond (LEYENDAS DE PASIÓN, EL PRIMER CABALLERO) y el siempre incombustible Harrison Ford.
La fetén, la que perdurará siempre en el recuerdo será ésta, la que supuso el segundo papel principal e importante en la resplandeciente filmografía de ese ángel que atravesó las pantallas, para la inmensa felicidad de tantos de nosotros, durante las décadas de los 50-60-70 y alguna esquirla de los 80. La princesa Anna, Lady Marian otoñal, Ariane, Natasha Rostova, Holly Golightly, Regina Lampert y tantos regalazos más. El de SABRINA se encuentra en el pelotón de cabeza.
Irresistible.
José Luis Vázquez