Título original: The Day the Earth Stood Still
Año:1951
Duración: 89 min.
País: Estados Unidos
Director: Robert Wise
Guión:Edmund H. North (Historia: Harry Bates)
Música: Bernard Herrmann
Fotografía: Leo Tover (B&W)
Reparto: Michael Rennie, Patricia Neal, Hugh Marlowe, Sam Jaffe, Billy Gray, Frances Bavier,Lock Martin
Productora: 20th Century Fox
Género: Ciencia ficción | Extraterrestres
Sinopsis
Una nave extraterrestre llega a la tierra con la misión de entregar a los hombres un importante mensaje. El mundo entero queda conmocionado el día en que, sin previo aviso, un platillo aterriza en Washington y de él sale Klaatu, un alienígena de aspecto humano acompañado de Gort, un amenazante robot. La petición que Klaatu hace a todos los gobernantes del mundo es rechazada. Así las cosas, Klaatu decide observar cómo viven los humanos y, para ello, se hospeda en la casa de una mujer (Patricia Neal), madre de un chico, con el que Klaatu entabla amistad. (FILMAFFINITY).
Comentario
La década de los 50 constituyó un excelente campo de cultivo para la ciencia-ficción cinematográfica en los Estados Unidos. La Segunda Guerra Mundial, el lanzamiento de la bomba atómica con la consiguiente psicosis nuclear generada, la separación de bloques o las primeras exploraciones espaciales constituyeron el abono adecuado para que ello fuera así.
El género explosionó en toda su magnificencia… y aunque hoy en día los meritorios efectos especiales que envolvieron a aquéllas producciones se hayan superado, aún es contemplada como una de sus etapas doradas. Uno de sus títulos más relevantes, una obra maestra en toda regla, es ULTIMÁTUM A LA TIERRA, en el original THE DAY THE EARTH STOOD STILL.
En su momento fue todo un pequeño hito por motivos diversos, pues aparte de su perfecto acabado, el mensaje pacifista que contenía constituyó algo inaudito y todo un aldabonazo a la conciencia del ser humano. Ilustra perfectamente los temores de la ciudadanía de la época. Y alerta audazmente acerca de que el peligro podría proceder de nosotros mismos. También ofrece un detalle revelador, una mujer y un niño acaban erigiéndose en los símbolos de esperanza. Amén de que resulta curiosa la manera en qué es expuesta la relación de Patricia Neal con su novio.
Por tanto, va mucho más allá del encapsulamiento en una determinada adscripción genérica. Es de resaltar que obtuvo el Globo de Oro por promover el entendimiento internacional. Por otra parte, resulta fácil entablar comparativas entre el protagonista allende otras galaxias con el mismísimo Jesucristo, resurrección incluida.
Otro de los aspectos que me continúa asombrando es cómo sus imaginativos trucajes, tanto de interior de naves como de diseño de robot están resueltos con una perfecta combinación de eficiencia y sencillez, mediante simples y eficacísimos juegos de luces y sombras, a base preferentemente de una brillante utilización de la fotografía.
Como complemento, una frase ininteligible para los humanos, “Klaatu barada nikto”, se ha acabado convirtiendo en icónica, tanto pronunciada por Klaatu, el extraterrestre humanoide, como por Patricia Neal ante el robot Gort para intentar impedir la destrucción del planeta.
Precisamente lo bien perfilado que está el personaje de Klaatu, encarnado con plena convicción por ese actor actualmente olvidado pero siempre creíble y cercano llamado Michael Rennie, es lo que remarca aún más la necedad, ignorancia, estupidez e intolerancia de la que tantas veces hacemos gala los seres humanos.
Entrañable la aparición de ese magnífico secundario, Sam Jaffe, que encarna al sabio y comprensivo profesor Barnard que trata de poner cordura ante tanto despropósito. Fue el lama/sacerdote católico de 300 años de la mítica HORIZONTES PERDIDOS.
Sesenta y cinco años la contemplan… y cómo si nada, continúa igual de vigente que el día que de su estreno. Lástima que se propusieran empañar su recuerdo con un “remake” estrenado hace seis temporadas protagonizado por Keanu Reeves. Aunque más bien se consiguió el efecto contrario como sucede tantas veces. Ni por asomo alcanzó el modélico sentido de la narrativa que alcanzara este antecesor clásico.
José Luis Vázquez